Palacio de la Bolsa de Madrid

Siguiendo con la corriente de las ciudades europeas que iniciaron la Noche en Blanco y que Madrid nuevamente fue protagonista este pasado 19 de septiembre pudimos comprobar que un par de millones de madrileños se dieron cita. En el listado de visitas culturales se encontraba el Palacio de la Bolsa de Madrid. Por desgracia solo un numero determinado de invitaciones fueron repartidas unas horas antes y los que llegamos tarde, nos quedamos con las ganas. Pero no todo fue en vano, para por lo menos nos dieron una tarjeta y una esperanza para una visita durante las proximas semanas. Las visita a la bolsa se puede hacer todos los jueves a las 11:00 am con cita previa. Yo por motivos laborables no puedo acercarme pero el colaborador del siguiente reportaje, al cual agradezco ¨ex toto corde¨ puedo compartir con vosotros detalles de este lugar tan interesante.

Palacio de la Bolsa de Madrid



Sobre el palacio de la bolsa de Madrid cabe decir tres cosas. La primera que es que el edificio es un cascarón vacío sin ninguna función, desde que a mediados de los ochenta se informatizara el mercado de valores y todas las agencias autorizadas de brokers operaran vía Internet; en este lugar ni se compra ni se vende ningún valor, ni se forma ningún corro vociferante de agentes en su parquet. Se ha quedado como pasto para los tours operators de los turistas ocasionales que lo visitan en grupos guiados, como fue mi caso; o para los clientes especiales de las agencias del mercado de valores, que son invitados a titulo particular por estas como agasajo a su abultada cartera de valores; o para que la información de sus paneles sea grabada por las cámaras de la televisión que dan información bursátil. Información a la que por otro lado es más rápido y cómodo acceder a ella por por ordenador. El mercado de valores no ha desaparecido pero ha sustituido su edificio emblemático por un frío y preciso programa informático.

La segunda se refiere al nombre. Ingenuo de mí lo de "la bolsa" siempre pensé que se refería a la bolsa de las perras, la tan denostada faltriquera; ya sabéis esa a la que se referían los atracadores navajeros de esquina con " la vida o la bolsa". Pues no, tiene un origen históricamente curioso; antes de que en el último cuarto del siglo diecinueve se construyera este edificio, la sede del mercado de valores fue muy variopinta: circos, conventos, tabernas o casas particulares. En una de estas últimas, en concreto en la casa de unos financieros o banqueros de origen holandés, se puso de moda el casticismo de decir que se iba "a jugar a la bolsa"; ya que en el escudo o blasón de dicha familia figuraba una bolsa o morral. Los españoles con nuestro peculiar y carpetovetónico modo de hablar para todo; ni Brujas significa brujas en flamenco sino algo que fonéticamente nos sonó similar, ni en ningún otro idioma se llama bolsa al mercado de valores o se utiliza la palabra bueno con la acepción de tonto.


La tercera cosa es describir el edificio arquitectónicamente, y es a lo que dedicaré todo este escrito. Es el típico edificio de estilo neoclásico con decoración art decó o modernista en su interior, de finales del diecinueve. De planta rectangular y con dos alturas y cubierta abovedada con vidriera, recto en su parte frontal y curvo en su parte posterior; si fuera una iglesia diríamos que es de planta basilical con un único ábside. Fachada principal neoclásica, con tres cuerpos verticales, un porche o galería de columnas central y dos alas laterales simétricas. El porche o pórtico de acceso central escalonado consta de una columnata de seis columnas de orden corintio con capiteles de hojas de acanto y fuste acanalado de arista biselada, que se repite en su parte posterior en pilastras del mismo orden y estilo de capitel y fuste. Que entre ambas sujetan un voladizo techado con casetones cuadrados sosteniendo su típico entablamento alquitrabado. En las platabandas el nombre del edificio y entre los triglifos con canecillos jónicos las metopas con medallones esculpidos circulares, sustituyendo el central por un reloj; coronado todo ello con el tímpano triangular clásico con escultura central de escudo español con corona monárquica; como no, rematado por mástil con banderita patria.

Las alas laterales de la fachada lo forman una segunda galería de bóveda de arista con arcos de medio punto sustentada por pilastras de orden dórico lisas, con cancelas de hierro forjado modernistas con formas vegetales en los intercolumnios; así mismo todas las ventanas que dan acceso a esta galería presentan verjas con el mismo forjado, también las puertas que se abren al pórtico columnado y tanto ventanas como puertas con arcos de medio punto sustentadas por pilastras lisas dóricas. En las alas se reconocen cuatro cuerpos horizontales separados por cornisas con molduras, uno correspondiente a la primera planta, de sillería de piedra marcando bandas horizontales, con ventanas de medio punto sencillas. Un segundo cuerpo correspondiente a la segunda planta del edificio, son sillería de piedra plana (como será ya el resto de la fachada); las ventanas con ménsulas inferiores sujetando una pequeña balaustrada a forma de falso balcón; ventanas también de medio punto, pero enmarcadas a ambos lados por columnas de capitel jónico de fuste liso que sostienen un alquitrabe con su tímpano triangular con esculturas. Por último un tercer cuerpo, un tercio de alto que los dos anteriores, que se corresponde con los lucernarios o tragaluces de la cúpula vidriada interior; con ventanas rectangulares geminadas enmarcadas por pilastras lisas de orden corintio sujetando un friso rectangular con tres medallones; por encima un pequeño muro a forma de balaustrada interrumpido por esculturas ornamentales a forma de pináculos vegetales verticales, tapa la cubierta que no es visible desde el exterior y formaría el cuarto cuerpo.
En cuanto al interior es totalmente hueco formando un único volumen, el llamado parquet, salvo el segundo piso que recorre una galería en todo su contorno. La parte recta y frontal de esta galería perimetral recibe el nombre de salón de los pasos perdidos, y es la típica antesala de espera de todos los edificios oficiales. Se accede a él desde ambos laterales por escalinatas desde el atrio de recibimiento (que ocuparía el primer piso por debajo del salón) al que da paso el porche columnado de la fachada; escalinatas con una cubierta vidriada rectangular lisa y decoración idéntica a la del salón de pasos perdidos. El salón de pasos perdidos lo forman en todo su perímetro una arcada de medio punto de ventanales o puertas sustentadas por falsas pilastras ornamentales jónicas con estrías y capiteles decorados en color dorado. En el intercolumnio de estas pilastras profusa decoración modernista de yesería blanca y fondos dorados mostrando caduceo de Mercurio (el dios del comercio), los cuernos de la abundancia, ancla, péndulos y serpientes (alegorías del comercio o la industria todas ellas). Entre arco y arco el tímpano triangular con decoración también modernista de yesería sobre fondo dorado, en este caso con motivo vegetal y mostrando, además de anclas, péndulos y demás alegorías del comercio y la industria, el morral o bolsa (del escudo de la familia holandesa que dio nombre al mercado de valores). La cubierta es una vidriera plana de cristales pintados en motivos florales negros, enmarcada con tres frisos o molduras de yeserías vegetales y fondos dorados, simplificación de la cúpula vidriada del parquet que describiremos con posterioridad profusamente. Las puertas del salón son de maderas nobles acristaladas, de medio punto; con tres cuerpos: el de las hojas batientes, un tragaluz fijo y una tracería de medio punto, todas ellas de cristales serigrafiados; y enmarcadas por cortinajes de terciopelo dorado. Los ventanales que dan acceso al parquet son de estructura idéntica al de las puertas, salvo que falta los cortinajes y que consta de dos hojas batientes articuladas verticalmente que se abren en acordeón.

El resto de la galería perimetral del segundo piso, que forma ambos flancos y el lado posterior curvo del edificio recibe el nombre de galería de los fisgones, ya que desde ella el público general observaba el acontecer de los corros de compra-venta en el parquet inferior. La forman arcadas de medio punto, coronadas por una bóveda de arista. Ventanales y puertas de medio punto mas sencillos; sin serigrafiar sus cristales, sin cortinaje, sin estar divididos en tres cuerpos; pero con una falsa balaustrada y una tracería de madera permiten observar el parquet. Paredes y bóveda de color crema lisas sin ningún tipo de decoración. En esta galería de los fisgones en la actualidad de presenta una pequeña exposición con vitrinas que contienen antiguas acciones nominales en papel, libros de registro, máquinas de cálculo antiguas y similares. En su parte curva se encuentran los set desde los que las televisiones graban los paneles del parquet.

El parquet consta de tres partes, justamente remarcadas por el dibujo de las laminas de madera del parquet. Por debajo de la galería de los fisgones se encuentran lamas de madera largas dispuestas paralelamente, en esta nave perimetral se encuentran escritorios de persiana antiguos, sacapuntas manuales de bronce dorado, las placas que indican el corro al que pertenecía cada arcada, así como monitores de televisión en la línea de imposta de los arcos con las cotizaciones de cada grupo de valores actuales que más o menos se corresponden con cada antiguo corro, salvo en la arcada central de la parte curva. Las laminas de madera del parquet central son largas y dispuestas haciendo dibujos en zig zag. En dicho espacio, en la pared que separa el atrio de acceso del parquet (justamente debajo de los ventanales del salón de pasos perdidos) se encuentra los paneles informativos centrales que constan de tres elementos. En su parte superior un streamer o banda electrónica de información continua, en la que la información recorre electrónicamente de derecha a izquierda toda la longitud; mostrando tres renglones con el nombre del valor o empresa, su cotización y su volumen de movimiento; que sigue un código de colores: verde si la cotización sube, rojo si baja y amarillo si no cambia. El segundo elemento es el panel central, pantalla o monitor plano de amplias dimensiones, en las que continua y consecutivamente se muestra toda la información de un único valor bursátil, con gráficos en diente de sierra en su parte inferior de su cotización histórica y de la sesión actual. A ambos lados de este panel central se encuentra el tercer elemento llamado las pizarras, porque originalmente eran pizarras en las que se escribía a tiza; actualmente son paneles electrónicos de fondo negro y dígitos blancos que se actualizan en cascada como los de los antiguos aeropuertos; que muestran la cotización actual de todos los valores.

La tercera parte del parquet es el estrado central. En visión cenital desde el salón de los pasos perdidos aparece con planta de cruz griega, con ábside en lo que sería la parte distal de su nave central, pero con los brazos laterales el doble de anchos que el longitudinal, todo él rodeado por una balaustrada de forja de hierro y pasamanos de madera con entradas por ambos laterales y el ábside. En este elemento el parquet es de laminas pequeñas y cuadradas, y el más desgastado de todo el edificio. En el ábside aparece una pilastra de mármol veteado en rojo, a forma de menhir megalítico u obelisco egipcio; que en su fuste contiene el calendario de hojas de papel con el día de la cotización al que se refiere la sesión actual y en su parte superior se encuentra coronado con un artilugio regalado por la bolsa de Amsterdam (la primera que se fundó), que en tres de sus caras muestra un reloj y en la cuarta (la que da a la parte curva), un falso barómetro que siempre permaneció fijo. Que históricamente siempre marcó buen tiempo, pero que a partir de la última restauración le dejaron fijo marcando mal tiempo; esperemos que como vaticinio para el edificio en si, que ha dejado de tener funcionalidad alguna, o incluso para los especuladores bursátiles, dicho esto sin animo de ofender y puesto que yo carezco de cartera de valores alguna. Debajo del barómetro se encuentra la campana de bronce dorado con la que se marcaba el inicio y finalización de la actividad de cada corro. El resto del estrado central lo ocupan tres mesas de madera barnizadas hasta el resplandor mas cegador, sustentadas por forjas de hierro. La central de estas mesas, que se encuentra en lo que sería el crucero de la planta; de altura idónea para trabajar sobre ella sentado, aunque carece de asientos; lo forman dos círculos concéntricos, el interior continuo y el exterior discontinuo dividido en tres secciones. Por delante de esta mesa se encuentran otras dos mesas circulares para consultar de pie apoyados en ellas; hiperbruñidas, ciegan si las miras.

El último elemento que nos queda por comentar es la cúpula del edificio, quizás la parte más espectacular del mismo. Sustentada por dos cuerpos de arcadas de medio punto, el inferior de falsas pilastras decorativas jónicas acanaladas y el superior con los ventanales del salón de los pasos perdidos y de la galería de los fisgones con falsas y decorativas columnas lisas corintias de mármol rojo jaspeado en blanco a juego con una falsa balaustrada del mismo material. Las claves centrales de esta segunda arcada están marcadas con molduras en forma de voluta. En los huecos o tímpanos triangulares entre arco y arco, decoración de yesería con motivos vegetales mostrando en el centro el escudo de un país amigo (país con el que España mantenía relaciones comerciales en el siglo XIX). Por encima y entre dos cornisas un friso corrido de yeserías con motivos vegetales y el escudo de cada provincia debajo de cada tragaluz o lucernario. Para dar iluminación a la cúpula, todo el cimborrio o tambor se encuentra horadado por tragaluces o lucernarios de medio punto con tracería en madera radial y cristal liso. Dichos tragaluces están abocinados ojivalmente creando espacios trapezoidales consiguiendo la curvatura de la cúpula; cada espacio trapezoidal enmarcado por mármol rojo jaspeado en blanco. Por encima un segundo cuerpo de tragaluces rectangulares de vidrio liso, acentuando aun más la curvatura de la cúpula y también enmarcados por mármol rojo jaspeado en blanco. La decoración pintada del primer cuerpo de tragaluces es la siguiente: en el abocinamiento ojival el escudo de una provincia española adornado a ambos lados por motivos florales; en la zona trapezoidal superior a esta, una figura humana alegórica a la industria, productos o comercio típico de esa provincia, llevando a sus pies una cartela o banda con el nombre de la provincia (provincias de actividad comercial del último cuarto del siglo XIX, lo cual implica que no están todas por faltar espacio e incluye excolonias como Filipinas o Cuba).
El techo de la cúpula es plano y ocupado por una vidriera típicamente decimonónica. Presenta una primera orla de cristales cuadrados con un dibujo geométrico floral en rojo. El cuerpo central tiene forma de arco de medio punto, hay que recordar que el extremo opuesto a la fachada es curvo, dividido en ocho cuarteles rectangulares por vigas de hierro forjado (dispuestos en dos columnas por cuatro filas), se añade un último cuartel semicircular en la parte curva de la vidriera con vigas radiales forjadas. Cada cuartel consta de una cenefa anterior y otra posterior de cuatro cristales rectangulares, de un cuarto de ancho de los restantes cristales del cuartel; con tres motivos florales rojos pintados cada uno de ellos. Los dieciséis restantes cristales de cada cuartel (en cuatro filas por cuatro columnas) son cuadrados y muestran un único motivo floral central pintado en rojo cuatro veces más grande que los anteriores. Salvo los cuatro cristales centrales de cada uno de los dos cuartele frontales que muestran una tracería geométrica de mocárabes en hierro forjado; para sujetar el peso de los cuales también se hayan atravesados longitudinalmente por tres de las mismas vigas de hierro forjado que dividen los cuarteles, las de los flancos solo con la longitud de las tracerías y el central llegando hasta el borde del cuartel. Dentro de cada cuartel los cristales pintados los sujetan unos finos vástagos de metal (salvo la salvedad hecha anteriormente para la tracería forjada); donde se cruza un vástago vertical con otro horizontal se elabora otro motivo floral de metal forjado, salvo en los cruces correspondientes a la cenefa anterior y posterior donde solo se dispone la mitad del motivo floral de metal forjado, dejando las cenefas sin dicho motivo. En los dos cuarteles frontales (los que tenían tracerías mocárabes de metal) los vástagos son lisos sin motivos florales forjados, para no desentonar con las vigas forjadas que los sujetan.

En definitiva esta es la descripción detallada de un edificio típicamente decimonónico de líneas neoclásicas y decoración modernista en mitad de Madrid, con una cúpula espectacular; que actualmente carece de toda utilidad funcional salvo la de desencajar la mandíbula grotescamente mirando hacia arriba desde el parquet del mismo encuadrando la vidriera de la cúpula a través del objetivo de una cámara fotográfica.

Rubén Aguado Alonso






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