Adamar


Adamar, el absoluto cósmico,
sin una frontera que lo limite,
en el abismo de esa gran unión,
que anuda los cuerpos y almas.

El amor todo lo puede, es todo,
victorioso incluso de la muerte,
campea por los labios abiertos,
de la carne trémula que tiembla.

Incendiario rostro de la pasión,
que calcinando los sentimientos,
descorre los visillos violáceos,
de la fugaz eternidad del amado.

Enamorarse del universo oscuro,
que desde la luz de lo cotidiano,
trasciende por torsos desnudos,
hasta la cima de la entrega total.

El deseo florece vigorosamente,
por esas espesuras encarnadas,
que entrelazando vidas y tiempos,
consigue formar la mágica pareja.

Convivencia que desde el orgullo,
certero de quien con su yo solitario,
alcanza a gritar desde la almohada,
la pujanza de un nosotros queremos.

Bailar abrazado al talle de la vida,
sonriendo a la calavera y el cieno,
de la guadaña traidora del tiempo,
por que el amor te liberó del miedo.

Descubrir en la informe feracidad,
del instante perfecto en que ella,
te musita en tu oído un te quiero,
el arcano y rojo misterio de la vida.



Rubén Aguado Alonso

Voy a tatuarme en la frente







Voy a tatuarme en la frente
el verso maldito
que debo escribir con sangre.

Tú no estás ahora
y yo no estaré después
melancolía del destino,

Mandolinas abigarradas
que navegan
por mi entrecejo huraño.

Tanta libertad desatada
en los pliegues
de tus furtivos besos.

El olvido es violeta
azul el sueño
y siempre verde los celos,

Anodinas curvas
por las que me precipito
al abismo marmóreo de tus pechos.

Sucumbo al poder
de las abejas colmeneras
que liban en tus ojos su miel,

Quiero ser su panal
de ceras, jaleas y néctares
donde reposen tus miradas y mis miedos.

Colibríes metalizados
que revolotean ansiosos
de mis sueños a tus labios,

Y dejan plumón viejo
con el sabor amargo
de nuestros besos dulces.

Caléndulas de muselina
blanca y amarilla
que palidecen al tocarlas,

Al colgarlas del balcón
de mi frente anular
o de tus muslos patricios.

Ahora calla, verso maldito,
que nada enturbie
el silencio amoroso.


Rubén Aguado Alonso




Mi pecerita virtual

Bueno, finalmente tengo mascotas! ¿a que son una monada? Eso si, son virtuales, espero que por lo menos estos no se mueran como mis primeros peces. Aun recuerdo aquel fatídico día. La noche anterior destape su latita de ¨muesli¨por así llamarlo y accidentalmente cayó una doble porción, bueno casi triple. Ellos tan contentos, pensarian que hoy recibían una recompensa de buen comportamiento. Ninguno protesto. No preste mucha importancia al incidente y me fui a la cama a dormir. A la mañana siguiente, una imagen sobrecogedora. ¡¡¡Todos los peces estaban flotando panza arriba!!! Al principio pensé que estaban practicando la técnica de ¨espalda¨ pero eso solo puede pensarlo una mente como la mía. Finalmente comprendi que habían muerto por una sobredosis de ¨muesli¨. Mis nuevos pecesitos virtuales se los dedico a su memoria. Por cierto, mis peces virtuales también comen muesli. Les podéis dar de comer dando un ¨clik¨con el raton en la pecera Eso si, comprobareis que tienen buen saque.

Canarios, Jaulas y Dios







Presos de su color
los canarios picotean,
cantando impávidos
en amarillas siringes,
imaginarios barrotes
en las lúgubres jaulas.

Esclavos del preciosismo
de su canto cortejan
en llamadas y gorjeos
la sombra siempre ocre
que ahora relampaguea
en la pupila del carcelero.

Pajarillos de alambre
en los párpados yertos
de todos los silencios
que andrajosos y hueros
calman la conciencia
de los asesinos de sueños.

Pordioseros de si mismos
con fuego en las alas
y mentira en los picos,
desandan toda la infancia
del quien los encierra
creyendo en la naturaleza.

Aprisionar el virtuosismo
para amortiguar la soledad
es jugar con cartas marcadas
un solitario de pesadumbre
y miserias donde cada naipe
es un canto muerto de esperanza.

Quiero ser el libertador,
gato garduño de montuna
crin enhebrada en alfileres,
que devore y rescate a la vez
todos los tristes canarios
que picotean sus celdas.

Canarios, flautas tristes
que clamáis contra dios,
os soltaré un sermón divino
antes de abriros de par en par
la jaula y comprobar yo mismo
que os cortaron todos los vuelos.

Rubén Aguado Alonso

Ojos Zarcos





Salta la noche
despacio, sigilosa,
gato garduño
de ojos zarcos
que huronea
por contraventanas
de corazones
sedientos de luz.

Un ruido sordo
suena inclemente
en la espesa negrura,
silabeando despacio
tu nombre oscuro
y mi sueño rompe
en desasosiego
mordiendo almohadas.

Estás dormida,
ojos cerrados
que aprisionan
el azul infinito
en tus pestañas,
y tu respiración
levanta olas blancas
de satén brillante.

Pánico a perderte
por los bosques
del olvido gris,
siento el calor
húmedo, lánguido,
de tu cuerpo dormido
despidiéndose ya
del sueño y la derrota.

Noche macabra
de espeluznante
silueta, donde
yo y mi instante
inseguros y fríos
ven destellar
en cristales opacos
tu pronta lejanía.

Salta la noche
despacio, sigilosa,
gato garduño
de ojos zarcos......


Rubén Aguado Alonso

Destinos Cercados





DESTINOS CERCADOS

Cuando la luna tiene cerco,
cuando la luna está cercada,
es que van a parcelarla
y vender su brillo
al mejor postor.

¿Qué tiene la luna?,
¿qué todos los lunáticos
suspiran ante su cerco,
sin sentirse nunca cercados?.

Pues la luna tiene un cerco
y se acerca sigilosa
entre los pinos centenarios
de bastiones entrecortados.

La luna cercada,
el cerco lunado,
en los lunares
de tu cara, preciosa
la luna te está mirando.

La luna tiene cerco,
la luna está cercada,
entre la distancia
y tu entrecejo
la luna se halla atrapada.

Es esclava de tu sonrisa
y tirana
de mi recuerdo.

Una luna de antracita,
negra, que serpentea
por los recovecos
de tu alambicada alma.

Dejando rastros plateados
de desprecio ajado,
como esas babas de caracol
que brillan con el rocío.


Afirmando orgullosas
la luna estuvo aquí
y dejo rastros de su cerco.

La luna está cercada
miles de ojos la amurallan
pensando en una nada
color de ámbar
almibarada y barata.

La luna tiene cerco,
la luna está cercada,
yo sigo mirándola
con cara embelesada.

La luna tiene cerco,
la luna está cercada,
en esta noche triste
y sin embargo estrellada
en que yo la miro despacio
desde el peso de mi espalda.

La luna tiene cerco,
la luna está cercada...
Rubén Aguado Alonso