En un lugar de la Mancha..

En un lugar de la Mancha,de cuyo nombre para siempre quisiera acordarme...


Esta entrada la dedico al Parque Nacional de Cabañeros el cual tuvimos la oportunidad de visitar este pasado fin de semana. La generosa y abundante lluvia de los meses de invierno fue un regalo para este singular lugar. Pudimos contemplar las infinitas alfombras de praderas cubiertas de miles de flores de colores vibrantes y los cientos de pájaros que alegremente cantaban (incluso a la una de la madrugada) y que fueron los protagonistas de estos dos dias por los Montes de Toledo. Primavera en estado puro. Imposible no sentirse cautivado.






RAPSODIA MULTICOLOR






Un reclamo colorista
descendiendo por prados
nevados de flor de jara
amarilleando lustrosos
con dientes de león
o encarnándose violetas
y blancos puros encerados
con cantuesos y margaritas.

 

Una catarata donde se
besan dos verdes crestas
empedradas de berrocales
pobladas de agrestes encinas
en los montes de Toledo
brotando un regato limpio
de sapillos croando en celo
que lagrimea en la Chorrera.

 

Los buitres leonados giran
en las alturas imperecederas
con sus muchos dedos plumados
mientras por sotos y zarzales
petirrojos, jilgueros, zorzales
lavanderas, abubillas, rabilargos
y bisbitas esconden sus vuelos
tímidamente con sus trinos.


Encinar en dehesa manchego,
de gatuna serranía erizada
en pedrizas y remansada
en embalses de nombre bíblico
o en esa tierra plana infinita
de alto horizonte gramíneo
por donde el ciervo se acama
que denominan allí la Raña.


Nidos de cigüeña blanca
que majando el ajo eterno
con sus picos como espadas
crían cigüeñinos en cestas
enramadas en nidales grandes,
que pisando en mis pasos largos
el sonoro nombre de Cabañeros
encalla en mis recuerdos vivos.

 

Paisajes andados a ciegas
en mis cansadas piernas
que en días los horadaron
por la primavera en flor
buscando en mi mochila
toda la espesura encarnada
de los besos que esta tierra
me ha derramado húmedos.


Rubén Aguado Alonso.