Mi venganza contra el tiempo




Zäc- Zäc- Zäc asi late el reloj de mi habitación (asi suenan los relojes suecos de Ikea, supongo que es el equivalente a un tic-toc en español). Meditando mucho he llegado a la conclusión que soy una esclava más del tiempo.


Hace tiempo que empecé a notar los síntomas de este mal sin antídoto. Lo llevo a cuestas como a una sombra y no se que hacer. Cuando salgo a la calle me lo encuentro en los lugares menos insospechados. El me ve, pero yo rehúyo su mirada y me hago la disimulada y avanzo más rápido para esconderme. Pero todo es inútil, no puedo huir de el. Lo más escalofriante que me ha sucedido es que un día lo encontré en el cuarto de baño,si. No me había dado cuenta que en ese santuario donde pensamos que tenemos un poco más de privacidad sería el único lugar donde no podía entrar, pero despues descubrí que el atomizador automático estaba programado cada 9 minutos. Mi propio cuarto de baño violado continuamente por un dispositivo programado,es si que es perverso.

Y asi sucesivamente, tiempo por aquí, por allá, el está presente cada instante de mi vida y me domina. Lo que más me molesta es ni aún por las noches puedo estar sin que me este acosando. Ha llegado hasta a un punto enfermizo, nunca me deja dormir sola, no. Mis noches de sueño y descanso están custodiadas por dos relojes. A mi izquierda está el ¨sueco¨ que late en otro idioma y a mi derecha el ¨otro¨ - la alarma del móvil ocupando la mitad de la cama. Alguna noche que otra, despierto sobresaltada para comprobar su estado y que se encuentre en su sitio,no vaya a ser que en algún movimiento brusco mientras dormía se hubiera precipitado cayendo debajo de la cama con toda la pelusilla. Compruebo que esta todo bien y me vuelvo a dormir. El siempre es muy puntual, a las 6 de la mañana inicia esa melodía malévola y al comprobar que no me este gastando una broma de mal gusto pulso el boton y el muy desgraciado me pregunta si quiero apagarle. No cariño, ¡¡estamparte contra la pared es lo que quisiera!! Menos mal que el mal humor me dura solo unos ¨segundos¨. Lo apago e inicia la carrera matutina. A las 7 salgo precipitada por la puerta para coger el metro. Aquí empieza la verdadera carrera del tiempo. Soy una de las viajeras afortunadas que solo tiene que esperar de 1 a 2 minutos en hora punta. De ahí, un trayecto de 40 minutos para llegar al lugar de mi destino.Salgo del metro y me dirijo al bar de costumbre, menos mal que no ¨pierdo¨ tiempo pidiendo a Juanjo que me sirva el acostumbrado café con leche. En cuanto me ve por la puerta ya me lo esta poniendo. Me bebo el café en 5 minutos y salgo corriendo. Llego a la oficina a las 8 y después ocurre algo inexplicable, el tiempo hace escarnio de mí y se burla con todo su furor ¿por qué cuando estamos currando el tiempo se hace lento? Es algo que en mi pequeña mente humana no logra comprender. Finalmente, despues de 8 largas horas, salgo de la oficina y nuevamente inicia la carrera del tiempo. Es como un maratón eterno, salvo que el tiempo siempre me lleva la ventaja. Siempre.

Quisiera encontrar el lugar donde habita del tiempo. Entraría en la mansión de su morada. Entraría sigilosa sin que el me descubriera y en un abrir y cerrar de ojos lo secuestraria. Lo primero que haría es desarmar el segundero, seguido por el minutero dicen que este dúo son los más peligrosos del trio que compone su complejo mecanismo. Muchos sucesos importantes de la vida y la historia han sido decisivos por su causa. Después, me abalanzaría sobre la manecilla de la hora. Las giraría un par de veces,¡¡ a la inversa!! Sí, suena un poco aberrante. Después, de desarmar todas sus piezas las apilaría en una gran montaña. No descansaria hasta que comprobara con certeza que el péndulo de su corazon dejara de latir. Despues me tumbaría en el suelo para contemplar mi truinfo y disfrutar de mi dulce venganza mientras me fumo un paquete de tabaco o posiblemente dos…

1 comentarios:

Unknown dijo...

que gran verdad lo que dices.
me gusta lo que escribes sobre él. el tiempo me obsesiona. un poema de Baudelaire, el reloj, te dejo algo:

¡Reloj! Dios espantoso, siniestro e impasible,
cuyo dedo amenaza, diciéndonos: <<¡Recuerda!>>


Tres mil seiscientas veces cada hora, el Segundo susurra: ¡Acuérdate!- Con voz vertiginosa
de insecto, Ahora dice: ¡Heme otra vez aquí,
ya succioné tu vida con mi trompa asquerosa!



Un beso!

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